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Dr. Venancio Deulofeu

(1902 - 1984)
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Nombre

Dr. Venancio Deulofeu

Período

1972 – 1976

Especialidad

Química orgánica y biológica

Presidente: Dr. Venancio Deulofeu (1902 - 1984)

Se graduó en 1924 de Doctor en Química en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y pronto se despertó su interés por la Química Orgánica y por la Química Biológica; apenas graduado, le encargaron dictar esta última materia en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad del Litoral. Allí inició su actuación docente y demostró sus condiciones de expositor claro y preciso. En 1928 fue nombrado Profesor Suplente y en 1939 Profesor Titular de Química Orgánica en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UBA, institución en la que desarrolló la mayor parte de su carrera científica y académica. Desde 1931 dictó el curso de Química Biológica en la Facultad de Ciencias Médicas de la UBA. Maestro por vocación y formación, creó en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UBA una verdadera escuela de Química Orgánica, que en pocos años hizo adelantar de manera notable esa disciplina. Como investigador, su labor fue reconocida dentro y fuera del país y quedó consagrada con el otorgamiento del premio Bernardo Houssay de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Se inició en la investigación junto al Dr. Alfredo Sordelli, a quien acompañó en el Instituto Bacteriológico, hasta 1944. Los conocimientos de Deulofeu, unidos a su capacidad innata para resolver los problemas prácticos, resultaron de gran valor para el Instituto. Pero fue en Química Orgánica donde realizó su obra fundamental. Sus estudios más importantes versaron sobre la degradación de los hidratos de carbono, las reacciones de los ácidos biliares y la química de las plantas argentinas, tema éste al que dedicó la mayor parte de su vida y que le dio fama en el mundo científico. Con sus discípulos aisló nuevos alcaloides y determinó sus estructuras. Así, de la semilla del ceibo, aisló y estudió la hipaforina y los alcaloides curarizantes; del ancoche, la aspidospermina; del Lycopodium, la saurina y la sauroxina; y de la Fagara coco , las fagarinas.

En una época en que los estudios estructurales de las moléculas biológicas se estaban desarrollando, realizó una labor sobresaliente enseñando Química Biológica en la Facultad de Medicina de la UBA. Autor, con el Dr. Marenzi, del primer libro sobre esa disciplina en el país, que mereció múltiples ediciones y fue adoptado en casi todas las universidades sudamericanas, muchas generaciones de estudiantes reconocieron en él a un profesor informado y didáctico excepcional. Fue además consultor obligado del Instituto de Fisiología, de los profesores de la Facultad de Medicina y del Hospital de Clínicas, ejerciendo las funciones de catedrático con total competencia. Sin duda, fue uno de los iniciadores de la química biológica en nuestro país. Recuerdo que una vez le pregunté, siendo ya octogenario, cómo sabía tanta bioquímica y me contestó: "Sabe, Norma, es que yo la vi nacer...". Por sus notables contribuciones, la Sociedad Argentina de Investigación Bioquímica lo hizo Miembro Honorario.

La preocupación de Deulofeu por el mejoramiento de la enseñanza universitaria y el progreso de la investigación científica se manifestó ya en sus tiempos de estudiante y desde entonces nunca cejó en su empeño. Una anécdota relatada por el Dr. Abel Sánchez Díaz cuenta que, en el cierre del Primer Congreso Sudamericano de Química (1924), el joven estudiante Deulofeu hizo uso de la palabra y "no omitió algunas censuras sobre la forma de enseñanza,... traduciendo el anhelo de un mejoramiento, de conocimientos más amplios y de mayor experimentación". Quienes fuimos sus alumnos y luego colaboradores docentes en el Departamento de Química Orgánica, escuchamos repetidas veces estas dos recomendaciones.

Profundo conocedor de los problemas de la Universidad señaló rumbos desde la cátedra y en las posiciones directivas de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, de cuyo gobierno participó como Consejero Titular, Delegado del Consejo Superior y Vicedecano, mediante sucesivas elecciones que patentizan el reconocimiento de sus cualidades. Su afán por el progreso de la investigación se tradujo en una intensa labor constructiva en la Asociación Química Argentina, la Sociedad Argentina de Biología, la Sociedad Argentina de Endocrinología y la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias, de la que fue Presidente. Fue fundador y miembro del primer directorio del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y de la Fundación Houssay. Miembro de las Academias Nacionales de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, de Medicina y de Ciencias (Córdoba), presidió la primera de las mencionadas, realizando una labor sobresaliente. Después de 1958 organizó el Departamento de Química Orgánica de la nueva Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA en la Ciudad Universitaria, promoviéndolo a una alta jerarquía científica, por la excelencia de la enseñanza y las investigaciones realizadas bajo su dirección.

Otro rasgo que siempre se le destacó fue su espíritu inquisidor y su capacidad para abarcar los múltiples aspectos de una disciplina en constante crecimiento. Formado en una Química Orgánica bastante enciclopedista, bregó por transformarla en una enseñanza más racional, y nos recomendaba en sus clases textos en inglés que recién habían sido escritos. Más tarde, vendría la opaca época de los "manuales", malas desgrabaciones plagadas de errores, que algunos estudiantes hacían de las clases teóricas. Si bien sus investigaciones abarcaban otras ramas de la Química Orgánica, prueba de su espíritu inquieto era su constante interés por la Físico-Química Orgánica, fuente de los conceptos modernos de la Química Orgánica actual. Muchas veces acudía con un trabajo del JACS o del JOC a preguntar por qué la entalpía o la entropía de activación de tal o cual reacción tenía ese valor.

Dotado de una inteligencia sagaz, una notable capacidad para el trabajo metódico y una excepcional información, Deulofeu se caracterizó siempre por la eficacia silenciosa, la prudencia en las opiniones, la serenidad ante las situaciones difíciles y la ecuanimidad en la valoración de los hombres y las cosas. Suaviter in modo, fortiter in re , parecía ser su divisa. Nunca habló sin saber, procedió con precipitación, ni admitió trabas o influencias en su pensamiento; por su recta conducta fue separado de su cátedra en 1953. Una de sus características salientes era su capacidad para la labor colectiva y por eso su consejo fue continuamente solicitado. En los últimos años dedicó generosamente su tiempo a la Fundación Houssay, de la que fue fundador y entusiasta propulsor.

El alto nivel de excelencia que ha alcanzado la Química Orgánica del país y también la Química Biológica, tuvo un sólido basamento en la labor tenaz del maestro eximio, investigador sobresaliente, administrador recto y laborioso, propulsor infatigable de la enseñanza superior y del adelanto de la ciencia, que fuera el Dr. Venancio Deulofeu.

Dra. Norma Sbarbati Nudelman

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